"Víctimas del goce en el siglo XXI"
- Roberto Bertholet
- 29 abr 2016
- 2 Min. de lectura

Sigmund Freud, en 1925, destacó que la temprana condición humana es el “desamparo” -“hilflosigkeit”, en alemán, idioma en que escribía el creador del psicoanálisis-, ya que el recién nacido se encuentra en condiciones de un profundo desamparo, siendo indispensable el auxilio externo para su supervivencia. A esta primera dependencia se agrega, a lo largo de la vida infantil, una intensa dependencia amorosa, ya que el lazo amoroso se configura como indispensable para otro tipo de necesidades -demandas y deseos-, también vitales. El “desamparo” originario, en términos de Freud, provoca angustia y todo lo que en la vida ulterior sea vivido en términos de “desamparo”, ya sea por condiciones de una realidad traumática o por la significación que se le atribuye a una realidad. va a provocar angustia. Es indudable que esa dependencia amorosa, tan temprana y a su vez duradera para toda la vida, es la condición de posibilidad tanto de la transmisión de valores e ideales sociales y culturales, como también de un trabajoso crecimiento subjetivo que, después de un recorrido suficiente, tenga pretensiones de “independencia”. De ahí que el psicoanálisis considera tan importantes y de consecuencias duraderas -a lo largo de toda la existencia- factores que se hacen presentes para todo ser humano desde sus primeros días de vida: el valor que un hijo o una hija toman en la historia familiar, de acuerdo a lo que es el momento subjetivo tanto de su madre como de su padre; la significación inconsciente de ese nacimiento y de ese hijo/a, que se pone en juego ya desde el momento mismo de su concepción; como también el destino de fracasos y frustraciones que viene a velarse o develarse en tales circunstancias, por referirnos sólo a algunas de las tantas constelaciones posibles. Con relación al "desamparo", Jacques-Alain Miller, en su Curso dictado en París, hace 20 años, ha caracterizado al régimen actual de la civilización en términos de “desamparo capitalista”, que provoca efectos de angustia y sin-sentido Cómo entender, entonces, desde el psicoanálisis, a la angustia en el siglo XXI? Roberto Bertholet 24 de abril de 2016
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