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Escritos presentados en la Conversación del 8 de abril sobre El Seminario 5 de Jacques Lacan

  • Foto del escritor: IOM2 Venado Tuerto
    IOM2 Venado Tuerto
  • 15 may 2017
  • 35 Min. de lectura

CLAUDIA RONCATI

La imposibilidad del deseo en la neurosis obsesiva.

Tratare de situar la neurosis obsesiva en su relación con el deseo y como este deseo se vuelve imposible en esta estructura debido a la tensión entre el ideal y el dejar caer el deseo ante lo imposible de alcanzar este ideal. Esto produce que el sujeto se precipite en un goce o satisfacción pulsional que le aísla. Es lo que conocemos como ensimismamiento del obsesivo. Aislamiento que le imposibilita en ocasiones de actuar, o bien de lo contrario, de un pasaje al acto.

El síntoma fundamental del neurótico obsesivo es la duda y la elección en tanto dificultad de poder elegir.

Recordemos que el síntoma determina la relación problemática del sujeto con él mismo y sus deseos inconscientes, que produce por medio de un rodeo la satisfacción sexual.

Para Lacan, el síntoma es el encuentro enigmático con el deseo del Otro materno, el cual, como tal angustia, el sujeto crea un efecto de significación articulado al fantasma, a lo que despliega que cree que el Otro quiere de él, como una forma de defensa ante esta angustia. Esta defensa da lugar en el obsesivo al síntoma de la duda, o de la precipitación para salir de lo que siente como un estar atrapado en el Otro.

En ambos casos, el resultado será no poder acceder al deseo y subjetivarlo como un deseo imposible.

El obsesivo es el que resuelve la cuestión de su deseo situando en el lugar del deseo, la demanda imperativa del Otro y escapando de ella y por lo tanto del deseo.

La fórmula Lacaniana, de que el deseo pasa por el deseo del Otro, produce que el obsesivo se obstine en la destrucción simbólica del Otro, que es vivido como peligroso. De ahí su agresividad a veces reprimida y a veces actuada. Pero al intentar destruir al Otro, en este esfuerzo desaparece su propio deseo, o parece bajo la forma velada de un objeto del que duda que sea el apropiado.

Vemos en la clínica que mantiene el deseo imposible en su eterna duda, Ser o no Ser….para Lacan, Ser o no Ser el Falo del Otro. Es decir ser el que apoya o sostiene al Otro, le consuela, le complementa imaginariamente, o salir de ahí por temor a quedar atrapado en este fantasma.

Por otra parte, al ser reducido el deseo a la demanda y ser ésta vivida como exigencia, se aplica a matar simbólicamente la posible demanda del Otro, es decir lo que Lacan denomina la muerte de la demanda.

En este afán de “matar” en lo simbólico la demanda y el deseo, aparece una particular relación con la muerte. Es un sujeto que sus dos grandes preguntas son sobre la muerte y el padre. Ese padre si bien aparece en ocasiones humillado, es siempre un rival y lo sitúa teniendo que sostenerle privándose de su propio deseo para ello. Esto produce el particular deseo inconsciente de muerte de este padre.

El mito que todo sujeto se fabricaría, que sería lo que vela lo imposible de decir de la verdad del sujeto y por otra parte indica el lugar de ésta verdad.

La neurosis obsesiva se caracteriza por la subjetivación forzada de la falta del otro poniéndola como una propia.

El pensamiento de la duda es el síntoma del obsesivo, pero el sujeto para que se convierta en síntoma analítico lo debe hacer suyo y preguntarse por este síntoma, no quedar fijado en él. La verdad de este síntoma, será opuesta a la alienación de la fijación en el Ser o no Ser.

La posibilidad de toda entrada en análisis, una pregunta sobre el síntoma dirigida al Otro, el analista, al que se le supone un saber, algo distinto del estar ensimismado del obsesivo, al que le cuesta salir de preguntarse a sí mismo. En el tratamiento, no se trataría de interpretar las ideas obsesivas sino dejar que se vacíen de sentido y que los pacientes puedan interrogar no tanto el sentido de lo que se repite sino el goce de su parte que está en juego y al que tendrá que renunciar para llegar a desear.

Biografía: Lacan: Sem. 5 ”Las Formaciones del Inconsciente” . Apartado La dialéctica del deseo y de la demanda en la clínica y en la cura de la neurosis. Cap.XXIII “El Obsesivo y su deseo”.

MARIO ZIMOTTI

La batalla de LA BALLENA Y EL OSO

La cita que extraje del Seminario 5 de Jacques Lacan, una verdadera investigación sobre los síntomas, los sueños, los lapsus, el chiste y los actos fallidos, llamada “Las formaciones del inconsciente” está en la página 450 de la clase XXV, “La significación del falo en la cura”:

“En esta zona intermedia (la del grafo del deseo) es donde se sitúa lo que se llama el deseo con d minúscula. El deseo es lo que pone propiamente en cuestión toda la economía del sujeto y está implicado en lo que se revela en el análisis, o sea en lo que se pone a moverse en la palabra, en un juego de oscilación entre los significantes pegados a la necesidad (por decirlo así), y lo que resulta más allá de la articulación significante, de la presencia constante del significante en el inconsciente, en tanto que el significante ya ha modelado, formado, estructurado al sujeto”.

¿El deseo o el Super yo?: he aquí una batalla que mueve las aguas que pueden estancarse en lo que resta de nuestras vidas, el saber singular que tenemos de ellas puede mediante un análisis ayudarnos a elegir no pagar el excesivo precio de esa “presencia constante” que nos ha modelado, formado y estructurado.

K llegó al consultorio hace ya un año, habitante de un mundo solitario por la inhibición que le impide actuar con, más que nada, la mujer que pueda a él causarle interés; un auto-insulto, y un pensamiento que torna casi cualquier actividad algo trabajoso hacen que esté seguro, sin corroborarlo, de que las mujeres que considera muy atractivas, todas piensan que él no es alguien que pueda valer la pena para tener una relación, haga lo que haga.

Como estrategia, empujar al paciente a actuar, aplicando una demanda literal, es decir, quedarse en “los significantes pegados a la necesidad” dejaría a K en un estado paranoide del que sería muy difícil volver.

Al contrario, en “lo que se pone a mover en la palabra” pudo este joven preguntarse y encontrar ya algunos valiosos recuerdos traumáticos, en los que el goce irrumpía y que son propicios para el armado de su fantasma.

Articulando sus dichos con una instancia que no sea la de los del yo meramente explicativos, podrá el sujeto elegir enlazar la verdad a la causa de su dolor.

Aun no se puede con la asociación libre distraer al yo; sin embargo, K no se pierde una sesión, un poco más cercano a ganar una batalla contra su superyó: su entrada en análisis consistirá entonces en que la hostilidad que percibe como desde el Otro, en realidad es de él.

El sujeto debe hacer una elección: o continuar con su deseo implicado en las formaciones del inconsciente o abrirse a uno ignorado, enigmático, distanciado de sí, tal como Sigmund Freud lo dijo en 1923 en una entrevista que dio al Journal de Geneve de Suiza:

“…Imagine una ballena que querría batirse con un oso, combate imposible ¿no es cierto? Lo que hago es ponerlos en contacto .El psicoanálisis crea la posibilidad de una batalla,(…) en lugar de una represión , es decir de una cobardía que se ignora , de una coartada mentirosa , el neurótico podrá entonces aceptar o condenar lo que contiene en él. Estará obligado. Pero incluso si acepta su defecto, incluso si obedece en adelante, esa voz que oscuramente no quería oír, eso será siempre mejor. Ya no habrá equívoco. Será la cura, la felicidad porque a una agitación desordenada le habrá sucedido un proceso lógico de juicio. La salud del hombre está en la elección”.

Venado Tuerto, 25 03 17

BENJAMÍN FILIPPETTI

"La Escena del Obsesivo"

Fernando Vitale, en el seminario clínico dictado en nuestra ciudad, proponía pensar el deseo del obsesivo como una escena armada, en la cual el sujeto no se involucra sino que la observa desde un palco, completamente alejado de la misma. Desde esta perspectiva propuesta surgen en mi dos interrogantes.

¿Cómo es el vínculo del obsesivo con su deseo? y ¿Cuál es la tarea del analista?

En la clase XXII, El obsesivo y su deseo Lacan propone que este vínculo está determinado por el hecho de que ante al primer acceso a su deseo y el paso por el deseo del Otro, el deseo del obsesivo se anula. Por lo cual, experimenta el deseo como algo que se destruye, lo que implica que en todo acercamiento a su deseo éste se desvanece.

Para él es imperioso que se mantenga a distancia de su deseo para hacerlo subsistir. Además, su deseo implica la destrucción del deseo del Otro y su estrategia para realizarlo es degradando al Otro al lugar de objeto, pero al mismo tiempo retrocede para conservarlo. No quiere saber nada del deseo del Otro, por lo cual, reduce el deseo del Otro a la demanda, mortificándose por el pedido del Otro.

Es así como el obsesivo, en análisis, habla de dudas, prohibiciones, temores, protegiéndose de esta manera de poner en juego su deseo. “Debe” realizar proezas, hazañas, ubicando al Otro como espectador, buscando de esta manera el permiso del Otro. Como dice lacan en la página 420 que “pedir permiso es ponerse en la más extrema dependencia con respecto a él” (Lacan, Seminario 5, 1957-8: 420).

Ahora la tarea del analista no se trata de compensar la insatisfacción de una demanda no satisfecha, aportándole un significante o compensando tal demanda. Intervenir de esa forma impide al sujeto acceder a como se estructuró su relación con el Otro, y es interés pararse en ese punto ya que señala algo de la dificultad de relación con el Otro, y por lo tanto, algo de la modalidad de deseo del sujeto.

El fantasma del obsesivo no es más que el Otro consienta a su deseo. Pensar abordar el análisis desde aquí supone alimentar este ideal obsesivo. Si el analista se mantiene en esta posición imaginaria, tentando de salvar al "otro" paciente en tanto su semejante, es que en el fondo esta trabajando desde el fantasma obsesivo. La solución propuesta sería la fantasía de colmar la demanda del Otro. Esto es una maniobra equivocada, por que reemplaza la sintomatología particular del neurótico por otra, que viene del analista, que le viene al pelo, pero resulta si se quiere más mortífera. En efecto, la pregunta por el deseo no queda consumada sino abolida, y terminara retornando bajo diversas formas sintomáticas.

Tanto Freud como Lacan parten de la idea de que el síntoma queda constituido solo cuando el sujeto se percata de él. Es importante orientar al obsesivo a la constitución de su síntoma. Así, el síntoma será un efecto del espacio de análisis. En este sentido Lacan propone que para abordar esta cuestión “es necesario que el sujeto dé a sus síntomas todo su desarrollo, lo cual puede presentarse como un agravamiento clínico, pero que señala el encuentro con lo propio” (Lacan, Seminario 5: 478).

Retomando la propuesta de Vitale: “hay que hacerlo bajar del palco y llevarlo a la escena, para que se involucre con la misma”. No hay que desculpabilizarlo ni tampoco realizar comentarios interpretativos adelantados que lo lleven a abandonar el análisis. Lo interesante sería generar el interrogante de qué lo llevó a construir esa escena y que hay de él en la misma, siendo preciso hacer que se reconozca como espectador invisible de la escena.

PATRICIA GABALDA

Del Edipo Freudiano al Lacaniano.

Lacan en el Seminario V, plantea el Edipo a nivel estructural, en tanto es una organización con funciones y donde cada personaje se define en relación al otro y al lugar que ocupa.

Aquí diferencia entre el padre como personaje real y el simbólico, es decir como función simbólica a la cual cada uno se dirige, que transciende a la persona que la encarna, porque lo esencial es que el sujeto haya adquirido la dimensión del Nombre del Padre.

Según Freud, el que promulga la ley es el padre muerto, el nombre del padre; significante privilegiado que autoriza el texto de la ley, así los significantes se articulan en un orden y como uno remite a otro, es necesario este significante que anuda.

A través de la metáfora paterna, el nombre del padre sustituye al primer significante, el materno, introducido en la simbolización primordial entre madre e hijo. El significante deseo de la madre se traduce en una significación desconocida para el niño, que indica que no hay relación directa entre padre e hijo sino metaforizada por el deseo materno. Luego el nombre del padre da sentido fálico al deseo de la madre y se pone al padre en lugar de la madre.

Lacan plantea esta metáfora a través de los tres tiempos del Edipo:

En el primero: el niño se identifica en espejo con el objeto de deseo materno, el falo imaginario, la metáfora actúa al estar instaurada la primacía del falo como tercero entre madre e hijo, pero el niño sólo capta el resultado: para satisfacerla es el falo de la madre y ella dicta la ley, una ley incontrolada, así el niño es un súbdito sometido al capricho materno.

El padre está velado o todavía no se manifestó.

Segundo tiempo: el padre se afirma en su presencia privadora, soporta la ley mediado por la madre, que hace del padre aquel que sancionó con su presencia el lugar de la ley, él la dicta y es mediador de lo que está más allá de la ley materna.

El niño debe captar la ley del padre como privadora para la madre, ella pasa a depender ya no del objeto de su deseo, sino de un objeto que el Otro tiene o no tiene. Si el niño no acepta esta privación, mantiene una identificación con el objeto de deseo materno, queda en lugar del falo imaginario, completando a la madre.

Este padre interdictor, dice no para la madre e hijo, según Miller este no es necesario porque sin él no puede haber un sí, el que enuncia el padre del tercer tiempo, quien establece una ley haciendo posible el deseo, dice si al deseo, así el nombre del padre, significante de la ley fundamental, prohíbe el incesto y posibilita el deseo.

En el tercer tiempo: el padre se revela en tanto que él tiene y puede reinstaurar al falo como objeto deseado por la madre. El padre tiene y puede dar a la madre lo que ella desea, así él se convierte en su preferido y el niño tendrá en reserva los títulos de virilidad.

Dicho padre potente posibilita una salida del Edipo por identificación, llamada ideal del yo.

Así se cumple la metáfora paterna y emerge un sujeto sexuado y deseante.

Este desarrollo me conduce a pensar en una situación clínica: la madre dice "el padre no está", abre a las siguientes preguntas:

De qué padre habla?

Dónde no está, en la realidad o en ella, es decir es una mujer que porta padre?

La madre le da lugar, lo habilita, lo sostiene como portador de la ley?

El padre asume su lugar? Su palabra opera en la madre? Ella la trasmite?

Esta madre desea más allá de este hijo? Lo aloja como sujeto o con él tapona su falta?

Bibliografía:

Castrillo, Dolores: "Lectura del Seminario V de Jacques Lacan". Conferencia para el Instituto del Campo Freudiano. 2006.

Lacan, Jacques: Seminario V . "Las formaciones del Inconsciente". Año 1957/58. Editorial Paidós. Buenos Aires.

Miller, Jacques Alain: "Lectura del Seminario V de Jacques Lacan". Año 1998. Editorial Paidós. Buenos Aires.

SILVINA BULJUBASICH

"Mujer/es"

Miles de mujeres piden por sus derechos, en nuestro país y en el mundo. Reclamos más que justos inundan las calles y pueden verse en tiempo real gracias a las nuevas tecnologías. Pero; existen entre las demandas; algunas que tienen por su radicalidad un claro efecto de ruido, que despierta como mínimo, la duda.

Macho al tacho!

Muerte al macho!

Soy feminazi

Abortá la heterosexualidad

Machete al machote

Lesbianizate

Ni flores ni bombones, ni perfumes.

Ni flores ni bombones, hoy es un día de lucha.

La idea es pensar, la duda parece la opción más rica porque supone una interrogación.

¿Por qué el rechazo al agasajo se convierte en una de las principales consignas de las “nuevas mujeres”?

Se parte (según lo visto y escuchado en las movilizaciones, radios, tv y redes sociales), de una premisa básica, el agasajo, la muestra de afecto de los hombres, sería una forma velada de perpetuar el poder masculino sobre el femenino, mediante un ardid o engaño)

Es difícil propiciar un cambio que siente sus bases para el desarrollo de una feminidad basada en la diferencia real que existe entre hombres y mujeres, incluso es muy difícil pensar en el amor desde esta postura

Ni flores ni bombones, yo te llevo a la cancha. Ni flores ni bombones, queremos orgasmos.

Lacan describe en las pág 358 y 359 del seminario V los dilemas en que ella y él están atrapados en cuanto al problema del amor.

Podemos observar que tanto la obtención de satisfacción como la cuestión del deseo, se resuelve o se desliza por carriles totalmente diferentes para cada uno. La mujer deberá “hacerse ser el falo” (escribe Miller en De la naturaleza de los semblantes) proponerse como objeto de deseo, situar su ser de sujeto como falo deseado. El hombre por más que lo tiene, en la medida en que va a obtener su satisfacción de la mujer, también va a buscar el falo, como no lo encuentra lo busca en otra parte.

Dicho de otra manera, para la mujer, el pene simbólico está en el interior, por así decirlo, del campo de su deseo, mientras que para el hombre está en el exterior.

Estos discursos claramente intolerantes, montados sobre un odio de género, paradójicamente el mismo que se denuncia; están estrechamente ligados al Complejo de Edipo, hombres y mujeres muy tomados por la palabra de la madre, alienados a un discurso que se presenta como el discurso de “la verdad”. Tal parece que las nuevas mujeres son las portavoces de “esa verdad” la de las relaciones con los hombres, con los hijos y con las demás mujeres.

(Extraído de una red social; Y anoticiamos que quien actúe en contrario a lo enunciado incurre en VIOLENCIA SIMBOLICA CONTRA LAS MUJERES, en tanto es funcional a un mensaje reproductor de roles estereotipados.) Enunciar que quien actúe en forma contraria a lo expresado por el grupo incurre en violencia simbólica contra las mujeres, no invita, no convoca al intercambio de diferentes miradas.

Es clave el señalamiento de Lacan en la pág 357 del seminario V -Cuando hablamos del complejo de Edipo, destaqué el hecho de que la primera persona en estar castrada en la dialéctica intersubjetiva es la madre, ahí es donde se encuentra en primer lugar la posición de castración-

Queda planteada la pregunta ¿Qué es ser una mujer? ¿Se pueden conquistar derechos que tiendan a mejorar las condiciones laborales, intelectuales, políticas de las mujeres? La respuesta es positiva y será fructífera siempre y cuando se tengan en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres y se construya desde un no tengo.

MARIEL GIOVANARDI

“Femenino singular”

El Seminario 5 “Las formaciones del inconsciente” fue dictado por Jacques Lacan entre noviembre de 1957 y julio de 1958. Se trata de un momento de su enseñanza en el que el sujeto se inscribe como efecto del significante, momento en el cual lo simbólico va tomando fuerza.

A esta altura de su elaboración el acento está puesto en el deseo y no en el goce y el deseo del que se trata no es el de reconocimiento sino de ser deseado por el Otro, hacerle falta.

En la segunda del parte del seminario va a trabajar el Edipo en tres tiempos e introduce como novedad la preponderancia del tercero, aquel del padre que tiene y promete. Apoyándose en texto freudiano “El sepultamiento del complejo de Edipo” localiza la salida de la mujer de dicho complejo como diferente al hombre; dice allí: –“Ella no ha de enfrentarse con esa identificación, ni ha de conservar ese título de virilidad. Sabe dónde está eso y sabe dónde ha de ir a buscarlo, al padre, y se dirige hacia quién lo tiene”-. A párrafo siguiente –“Esto también les indica en qué sentido una feminidad, una verdadera feminidad, siempre tiene hasta cierto punto una dimensión de coartada. Las verdaderas mujeres, eso tiene siempre algo de extravío”-.

Para Lacan la castración en la mujer es de origen, se trata entonces de cómo subjetiva la inexistencia del pene en el cuerpo: No tengo pero lo puedo tener/no tengo pero lo puedo ser. Dos son las soluciones que plantea Jacques-Alain Miller en el curso “De la naturaleza de los semblantes”: - Adquirir por la vía de un hombre (extraer su falo, castrarlo), adquirir otra cosa (un niño como don de un hombre o un postizo), ambas del lado del tener. O bien – Hacerse ser, transformar ese no tener en un bien que los hombres querrán poseer, que es la solución marcada por la “mascarada”.

“La feminidad como máscara” es un texto de Joan Rivière que Lacan toma en la clase XIV del seminario y que parte de la hipótesis que las mujeres que aspiran a una cierta masculinidad pueden adoptar la máscara de la feminidad para alejar la angustia y evitar la venganza que temen de un hombre.

En esa instancia Lacan se encuentra preparando la conferencia que dará en Munich el 9 de mayo de 1958 “La significación del falo” y dice allí –“Por muy paradójica que pueda parecer esta formulación, decimos que para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para lo que la mujer va a rechazar una parte esencial de la feminidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada. Es por lo que no es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada. Pero el significante de su deseo propio lo encuentra en el cuerpo de aquel a quien dirige su demanda de amor.”- Fin de la cita. A quién dirige su demanda de amor.

Ahora bien, para el psicoanálisis no basta el cuerpo, no basta la anatomía, no basta el tenerlo o no tenerlo para responder a la pregunta sobre una verdadera mujer, la particularidad de la posición femenina y su relación con la singularidad pasa por el estilo erotómano del amor, este singular es un inclasificable, está fuera de toda serie en la medida que apunta al goce de cada uno. Esto llevará a Lacan a abandonar la doctrina del significante, el privilegio de lo simbólico para poder abordar algo del goce femenino, el Otro goce, ese que se sitúa más allá del falo y de las coordenadas edípicas.

Habrá que posarse en otro tiempo de su enseñanza, el tiempo de los matemas, el de la fórmula de la sexuación si queremos leer ciertos fenómenos en los que se plantean la conquista de igualdad con los hombres por la vía de la reivindicación de los derechos y no de los deseos.

Para finalizar comparto un texto de Clarice Lispector del libro “Solo para mujeres”

Apariencia: todo tiene remedio

¿Eres «moralmente» tan anticuada que consideras la vanidad femenina una frivolidad? Ya deberías saber que las mujeres quieren sentirse guapas para sentirse amadas. Y querer sentirse amada no es una frivolidad. Si piensas que «has nacido» así y que no tiene remedio, ten la seguridad de que estás desistiendo de algo muy importante: de tu propia capacidad de atraer. ¿Quieres saber algo? La obesidad tiene remedio. El pelo sin vida tiene remedio. Una cara sin gracia tiene remedio. Todo tiene remedio. ¿La solución? La solución es no ser una mujer desanimada y triste. Y la otra solución es tener como objetivo ser «tú misma», pero más atractiva, y no alcanzar un tipo de belleza que nunca podría ser el tuyo.

Bibliografía:

Lacan, Jacques. Seminario 5 “Las formaciones del inconsciente”

Lacan, Jacques, “La significación del falo”. Escritos 2

Freud, Sigmun, “El sepultamiento del complejo de Edipo”. Obras completas

Miller, Jacques-Alain, “De la naturaleza de los semblantes”

Rivière, Joan: “La feminidad como máscara”

LUCÍA FOLGUERA

"DE LOS HOMOSEXUALES SE HABLA"

¿Existe un doble discurso acerca de la homosexualidad?, es decir, ¿lo aceptamos, lo incluimos, pero a la vez nos escandalizamos?, lo tomamos naturalmente como si nada ocurriera, como algo más, pero pareciera que ¿nos moviliza hasta interrogarnos a cerca de la sexualidad propia?, ¿lo admitimos, pero a la vez nos genera repudio?, ¿nos provoca rechazo, miedo, vergüenza?, ¿porque? ¿Buscamos explicaciones, información para confirmar que…?

Estos son algunos de los interrogantes personales que me movilizaron a redactar e investigar a cerca de esta temática, para así quizás comprender algo más e intentar responderlos… cabe aclarar que no es una cuestión actual, más bien histórica se podría decir, resulta desde hace mucho tiempo, resurgiendo constantemente, a pesar de los años y el desarrollo socio-cultural.

A partir de esto y citando a Lacan él cual plantea, por momentos un tanto irónico; “De los homosexuales, se habla. A los homosexuales, se los cuida. A los homosexuales, NO se los cura. Y lo más formidable es que no se los cura a pesar de que sean perfectamente curables. La homosexualidad masculina es una inversión con respecto al objeto que se estructura en un Edipo pleno y acabado, es decir, realiza el Edipo de una forma invertida.”

Pero acá no termina todo, es decir, lo más significativo no es el Edipo invertido, hay que agregar algunos elementos más, como por ejemplo, en primer lugar un vínculo trascendente con la madre.

En términos generales todo indicaría que el Padre es el que dicta la Ley a la Madre, la priva de su deseo. En el caso de la homosexualidad esto no ha ocurrido así, sino todo lo contrario, es la madre quien le dicta la ley al padre en un momento decisivo, es decir, en el momento en que el padre hubiera tenido que realizar el proceso de corte, de marcar el límite, imponer la ley, la prohibición, en esa diada madre-hijo es sobrepasado, desautorizado por la Madre, quien no se deja privar. Esto no significa que el padre no haya podido entrar en juego, pero lo ha hecho de una forma fallida.

Frente a esta situación, se podría decir que la pretensión del homosexual es saber ¿Quién tiene el falo? ¿Dónde está?, si en verdad el padre lo tiene o no lo tiene, ya que fue tan cuestionado y abatido por la madre.

La solución que encuentra el sujeto, la única manera de “soportar dicha incertidumbre” es identificándose con la madre, ya que encuentra en ella seguridad y la misma no se deja privar, es decir, el sujeto presiente que su madre es la esencia de toda ésta situación.

Para concluir y citando a Castanet el cual plantea que “ningún homosexual consultaría a un psicoanalista, para renunciar a ello, ponerle fin, o bien, por el contrario, animarse a manifestarlo. En ellos lo que moviliza es el deseo, el cual los interroga, los inquieta, los aflige, los angustia, los hace vacilar, dudar, partir, abandonar, volver, rechazar… en verdad es la sexualidad la que no los deja tranquilos.”

Finalmente esta aclaración podría leerse como uno de los principios éticos en la práctica clínica, ya que de ningún modo un psicoanalista debería intentar normalizar el deseo.

Referencias Bibliográficas:

Hervé Castanet (2016), Homoanalizantes: Homosexuales en análisis, Grama Ediciones.

J. Lacan (1957-1958), El seminario: Las formaciones del inconsciente, Libro 5, Buenos Aires, Argentina: Paidós 2015.

BEATRIZ NANNINI

"DEL WITZ FREUDIANO A LA CAUSA EN EL ANÁLISIS."

Este escrito comienza en un viaje, en el que se gesta un sueño, que evoca un cuadro, que lleva a un libro.

El libro es de Goya, el cuadro la aguafuerte nro. 43 de la serie Caprichos.

Al despertar la frase que se presenta es “el sueño de la razón produce monstruos”. En un intento por descifrar esta frase aparece otra “el sueño inconsciente produce significantes”.

Mientras “el sueño de la razón produce monstruos”, “el sueño inconsciente produce significantes”.

Aquí comienza el viaje? Tal vez no, posiblemente mucho antes, aquel día que leyendo un curso de Jacques -Alan Miller me quedo maravillada por una referencia geográfica en la ciudad de Granada: La Alhambra.

La Alhambra, que en árabe significa castillo rojo, fue un magnifico palacio perteneciente a la dinastía nazarí, que reinó en el sur de Andalucía entre los siglos XI y XIII; hoy, es una fortaleza vacía, abierta al visitante, que alberga un gran misterio, no se sabe cómo ha resistido al paso del tiempo cuando fue construida para tener una duración acotada, su material principal es la arcilla roja, un elemento sencillo y poco resistente.

Lo sorprendente para mí fue un olvido, que había constituido el elemento reprimido, ya que no pude recordar en todo el viaje en qué curso se refirió a la Alhambra, y qué había dicho sobre ella.

En 1990 Jacques-Alan Miller dicta una conferencia en el palacio de la Madraza en Granada al tiempo que en Paris esta desarrollando el curso titulado El Banquete de los analistas, en el que propone una lectura política del Psicoanálisis, y promueve la pregunta a la comunidad de los analistas, cómo cada uno se sitúa frente al Psicoanálisis y a su propio Inconsciente.

Ofrece a su auditorio su propio acto fallido ocurrido antes de emprender el viaje, destacando en acto su relación al inconsciente, así como nos ofreció Freud el maravilloso análisis de Signorelli.

El sueño propio me ofrecía alguna pista: “un terreno baldío donde algo se va a edificar”, baldío se aísla como un significante , que condensan dos significaciones “ hoja en blanco” donde algo se puede escribir y lo que se presenta como algo vano, sin motivo, ni fundamento, perdido.

Una causa perdida?

Posiblemente escribir algo podría tramitar cierta preocupación del día anterior al escuchar la conversación entre dos personas que viajan muy próximas a mi, una le decía a la otra “el psicoanálisis es una corriente abandonada”.

Al llegar del viaje me precipite en la biblioteca esperando recordar lo olvidado, busqué pero no encontré la referencia mencionada aunque mantuve presente en mis búsquedas un nombre: “Granada”. Obviamente orientada por la idea de que todos los caminos conducen a Roma pensé los caminos que conducen a Granada me llevaran a la cita. El buscador famoso no arrojó ningún resultado, me enviaba a carreteras secundarias. Decidí esperar ya que contaba con elementos inconexos y esto me permitía aplacar mi superyó, que me castigaba haciendo escuchar “esto no constituye un escrito”.

Hasta que la bendita curiosidad, esa pulsión que nunca me ha abandonado, me permitió acceder a la cita de Miller: “La Alhambra de Granada es el Inconsciente”. (1)

Lacan a la altura del sem. 5 define al Inconsciente como un saber articulado en significantes y al efecto de esta articulación “el escándalo de la enunciación”. Mucho tiempo después, en el sem. 17, plantea un más allá del Edipo, marcando un desplazamiento radical y una nueva orientación.

La tesis formulada por Lacan es que el Inconsciente como saber trabaja para el goce. Es lo que comparten Spinoza, Freud y Lacan: lo que se busca en el saber en última instancia es la satisfacción: “las bodas del goce y el saber”, llama Jacques-Alan Miller a está alianza.

Esto habilita plantear al discurso del Inconsciente discurso amo. El discurso histérico muestra la disyunción de esta alianza entre goce y saber, pero no la resuelva; en cambio podemos decir que el discurso del analista es un esfuerzo por salir del discurso amo.

Y despeja la práctica psicoanalítica como aquella que opera sobre lo real imposible, por cuanto la relación con el saber no es de captación sino de imposibilidad. Por eso Goya no se equivoca, mientras mas sentidos hay para todo mas alimentamos los monstruos y la pulsión de muerte.

La hoja en blanco es el lugar de la ausencia del objeto, presencia real del no saber.

Lo que este viaje, edificado con semblantes, me aportó, es que sólo el vació en tanto puede alojarse en la experiencia de la vida, permite hacer presente al sujeto del deseo.

1- Jacques Alan Miller, El banquete de los analistas, página 64

Bibliografía:

Jacques Lacan, Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. Edit. Paidos.

Jacques Lacan, Seminario 17. El reverso del Psicoanálisis. Edit. Paidos.

Jacques-Alan Miller, Conferencia en Granada: Del saber del analista a la causa analítica. 1990. Youtube.

Jacques-Alan Miller, El banquete de los analistas. Edit. Paidos.

http://elpsicoanalisis.elp.org.es/revista

IVANA RUIZ

"Entre transferencia y sugestión, el deseo."

Podemos afirmar que el seminario V es el seminario del Significante. Ubicar el valor de la palabra en nuestra práctica es lo que en esta instancia Lacan ubica como crucial. Es de gran importancia para poder pensar nuestra práctica hoy, diferenciarla de otras disciplinas y delinear frente a un caso las coordenadas que orientan el lugar del analista.

En éste seminario titulado “Las formaciones del inconsciente” que data del año 1957-1958 Lacan le otorga gran importancia al Nombre del Padre en tanto significante. Dirá que es esencial que por el procedimiento que sea el sujeto haya adquirido la dimensión del mismo.

El seminario nos permite ubicar los efectos constituyentes de éste significante en el sujeto. Así, es por medio de la significación fálica producto de la metáfora paterna, que se inaugura y ordena el campo de los significantes. Campo que dará lugar a un más allá, el plano simbólico.

La inmersión del sujeto en el mundo del lenguaje, la entrada en el juego del significante, da lugar a que nos encontremos con un sujeto dividido en su existencia, por lo tanto, a que nos encontremos con las formaciones del inconsciente.

¿Qué es lo que se pone en juego en estas formaciones? Un deseo. Este se presenta como un resto entre la necesidad y la demanda. La demanda tiene como característica articularse principalmente en la palabra. De ésta manera al formularse, produce desviaciones, trasmutaciones a las necesidades que reclaman una satisfacción. Allí el resto, lo que de la necesidad se pierde al articularse en palabras, el deseo. Por lo tanto podemos ir ubicando que lo que se demanda no es lo que se desea, separando dos planos del sujeto que serán el imaginario y simbólico respectivamente.

Teniendo en cuenta esto, ¿Con que nos encontramos en nuestra práctica cotidiana? Y frente a eso: ¿Cuál es la posición ética del analista?

Lacan da indicaciones precisas en relación a la posición del analista, distinguiendo el plano de la demanda y del deseo.

Si nos ubicamos en el nivel de la demanda, estamos en el plano de la sugestión. Podemos decir que el sujeto dirige una demanda al analista por el solo hecho de estar ahí, por su condición de ser hablante. Viene a contar de su sufrimiento, su síntoma, busca que el analista responda con un saber.

Por su parte la transferencia se mantiene más allá de ésta, en el plano simbólico. Su particularidad es la de invitar a una articulación significante.

Retomo la pregunta que el propio Lacan formula: ¿Mediante qué operación podemos mantener diferenciados estos dos planos? La respuesta es sostener una posición de abstinencia, no ratificando la demanda.

Sin embargo esto es esencial como regla dice Lacan, pero no es suficiente. Es necesario tener como eje la dimensión del deseo. El analista debe hacer surgir en el análisis el plano simbólico, que está más allá de la demanda, y hacer reconocer al paciente en su dimensión de sujeto. Es un “acto ético”[1] nos dice Miller en “Introducción al Método Psicoanalítico”.

Es así que podemos decir que la dirección de la cura será llevar al analizante a articular la verdad sobre su deseo.

1- J Alain Miller- Introducción al método Psicoanalítico. Paidós, 1997

Bibliografía

  1. J Lacan - Ed. Paidós, Bs. As, 1999

  2. J Lacan- Escritos 2. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Año: 1958

  3. J Alain Miller- Introducción al método Psicoanalítico. Paidós, 1997

CAROLINA VÁZQUEZ

“De un rasgo destructor en el deseo al acto violento”.

La necesidad entra en el desfiladero de los significantes perdiendo su especificidad con respecto al objeto, dando paso a la demanda. En este nivel hay entre el sujeto y el Otro una situación de reciprocidad. La demanda implica al otro a quien se le exige, pero también a aquel Otro para quien esta demanda tiene un sentido. Ya no se busca un objeto en si sino un objeto- símbolo, una respuesta a un llamado. Es en el fondo demanda de amor, de lo que el sujeto aporta por su pura y simple respuesta.

En el juego de la demanda entre el sujeto y el Otro aparece más allá el deseo, lo que el Otro desea. Descubrimiento que hará o no el sujeto a partir de la pregunta sobre el deseo de su madre. “Lo esperado es que el sujeto capte que la madre le da vueltas a otra cosa, además de él; a la x, el falo. De este modo, el deseo del sujeto se localiza y se encuentra primero en la existencia del deseo del Otro, en cuento deseo distinto de la demanda. Si bien, nunca es plenamente articulable, podemos entrar en contacto con él a través de ella. El sujeto reconocerá su propio deseo insatisfecho, en la medida de que el deseo del Otro este tachado. Al igual que la demanda, el deseo está articulado al Otro, y al igual que la necesidad, está condicionado a un objeto, el cual tiene un carácter absoluto, es decir, es una exigencia que desborda toda clase de respuesta en el plano de la satisfacción. No demanda una presencia incondicional del Otro sino una respuesta absoluta, que anula la dimensión del Otro.

¿Cómo se presenta este carácter en la Neurosis Obsesiva? Lo constitutivo del obsesivo es que apunta al deseo en cuanto tal, al más allá de la demanda. Niega el elemento de alteridad incluido en la demanda de amor, pero a su vez lo mantiene, ya que este es el objetivo esencial. Hace pasar su deseo por delante de todo, destruyendo el deseo del Otro, de modo que su propio deseo desaparece. Entonces resuelve la cuestión de la evanescencia del deseo produciendo un deseo prohibido, mediante la prohibición del Otro. Con este mecanismo mantiene la distancia necesaria para que sea en algún lugar posible, para él, aquel deseo en esencia anulado. ¿Qué pasa cuando el obsesivo no logra destruir el deseo del Otro, o cuando sus maniobras son insuficientes? ¿qué pone freno a su carácter destructor? ¿es posible que cuando no encuentra recursos para anular el deseo del Otro recurra a la violencia?, pienso en la violencia hacia mujeres tan común hoy en día.

Me resuena el discurso de un sujeto obsesivo, donde se puede leer el mecanismo de anulación y destrucción del deseo. “Durante mucho tiempo solía romper sus cosas, cuando algo lo enojaba”. Más adelante, este sujeto hace pareja con una mujer, y encuentra algún sentido a su vida: rescatarla de la angustia y de su familia. A medida que ella va rearmando su vida, comienzan las reiteradas situaciones de violencia, que acontecen cuando ella elije hacer otra cosa; algo más allá de él. Dilema para el obsesivo, cuya pregunta implícita esta en relación a si ocupa o no el deseo del Otro, el deseo de su madre. También surge ante los reclamos de ella, que le resultan insoportables, no pudiendo leer nada del deseo, sino de una demanda a saciar. Esto es bien característico del obsesivo, donde la relación con otro, siempre se ve arrastrada hacia un deslizamiento que tiende a reducir el deseo a la demanda. Esta mujer para él es un objeto, y sabemos que para el obsesivo el lugar del objeto constituye un punto de apoyo de su deseo siempre en referencia al falo. Su mecanismo es poner trabas, condiciones al Otro, hasta violentarse. Posteriormente aparece el miedo a perderla y la culpa. Expresa manifestaciones de deseo en relación a construir una familia, un hogar, ideas de progreso, que teme destruir con sus acciones. Lo desespera no saber cómo frenarlo, la violencia se acrecienta. La destrucción que debería quedar en lo simbólico pasa a lo real, al acto. Rasgo de la época actual.

EMILIANA TRAVIESO

"¿Qué es un hombre?"

En el seminario V Jacques Lacan va a colocar especial énfasis en una pregunta: ¿Qué es el padre? El autor no se refiere al padre real, en la familia, sino a su lugar en el Complejo de Edipo.

En este primer tiempo de la enseñanza de Lacan, nos encontramos con un lugar importante reservado a lo simbólico. Reinventa al padre, resalta su importancia en tanto significante y de ese modo, reinventa la metáfora paterna: “Hablar de Edipo es introducir como esencial la función del padre”1. Al triangulo imaginario madre-niño-falo se le introduce el padre, determinando ahora una relación simbólica.

El padre, significante del Nombre del Padre, no se confunde con el padre real dado que puede existir sin estar. Lacan dirá que es Otro del Otro porque se requiere el asesinato del padre para que la ley quede fundada en él. Es en este punto donde guardaría cierta similitud con el padre de la Horda conceptualizado por Freud en “Tótem y Tabú” y marcaría cierta distancia, a la vez, respecto al padre temido del Edipo freudiano.

En determinado momento el padre es quien priva a la madre del objeto de su deseo. A este nivel la cuestión que se plantea para el niño es “ser o no ser” el falo para la madre. Es necesario que la madre funde al padre como mediador de algo que está más allá de su ley. En la etapa siguiente interviene como personaje “real” revestido de ese símbolo, como portador del falo. De esta manera, en el varón el padre es interiorizado como Ideal del yo y sale del Complejo de Edipo con los títulos en reserva. En este sentido Lacan afirma que “en cuanto viril, un hombre es siempre más o menos su propia metáfora” 3.

Jacques-Alain Miller aclara que el padre lacaniano del 3º tiempo del Edipo “al contrario de lo que se cree, es el padre que dice que sí. Y su sí es mucho más importante, más prometedor que su no. Por supuesto hace falta el no (…) pero el sí es precisamente lo que permite lo nuevo (…).”4 A lo que el padre dice sí, es al deseo, habilitando su vía. Humaniza la ley posibilitando la circulación del deseo.

Ahora bien, nos encontramos frente a nuevas presentaciones del padre. Lacan ya lo anticipaba: "Ahora estamos en el otro extremo, preguntándonos por las carencias paternas. Están los padres débiles, los padres sumisos y los padres sometidos, los padres castigados por su mujer y, finalmente, los padres lisiados (…) todo lo que ustedes quieran”5. Ante esto Lacan concluye que se debería tratar de ver qué se desprende de semejante situación para poder progresar.

Es a la luz del seminario V que intento avanzar en ese sentido, preguntándome por las consecuencias de ello. Mi atención se encuentra dirigida hacia las nuevas virilidades. En particular hacia los siguientes interrogantes: ¿Qué es un hombre?, ¿Qué lógica rige a la virilidad?, ¿Qué relación hay entre el hombre y la virilidad?

Nos encontramos frente a una época signada por la caída del Nombre del Padre, de sus semblantes, donde lo real del goce pareciera ganar terreno restando eficacia al orden simbólico. Existe un imperativo feroz de gozar que empuja al sujeto a intentar alcanzar un estado de máxima felicidad posible, lo cual produciría un fuerte impacto en lo social y numerosas transformaciones. Una de ellas es la presencia de hombres que dejan que la iniciativa venga del otro lado. Como lo define Ernesto Sinatra, hombres frente a las “nuevas patronas”. De esta forma, se configuran nuevas formas de subjetividad y por lo tanto nuevas formas de inscribir la diferencia sexual. Lo viril se despega de lo masculino, dado que puede estar de un lado o de otro. Frente a estos fenómenos de la época, se nos plantea como analistas, la tarea de poder leer la particularidad de estos síntomas.

1 Lacan, J.: El seminario, libro 5: Las formaciones del inconciente, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág. 170.

2 Freud, S.: Libro XIII: Totem y tabú, Amorrortu Editores.

3 Lacan, J.: El seminario, libro 5: Las formaciones del inconciente, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág. 201.

4 Miller J.-A.: Lectura del seminario 5 de Jacques Lacan, Paidós, Instituto Clínico de Buenos Aires 2007, p. 48. 5 Lacan, J.: El seminario, libro

5: Las formaciones del inconciente, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág. 171.

6 Sinatra, E.: Por fin hombres al fin, Grama Ediciones, 2010.

ROCÍO LUZ VERNETTI

"El circuito infernal de la demanda"

Desde pequeña, su recurso frente a la locura materna fue “escaparse”. Saltaba techos desapareciendo por varios días, en los que deambulaba, errante, sin que nadie pudiera localizarla con precisión. Hoy es una joven de 15 años, dice que su madre “está loca”. Sus posibilidades de contraer nuevos vínculos, sean de amistad o amorosos siempre terminan coartados por la intervención enloquecedora de ésta mujer.

La madre dejó de trabajar luego de una crisis subjetiva que desencadenó en un brote psicótico. Desde entonces, sus delirios obstaculizan poder darle un orden a su vida familiar. Reiterados pasajes al acto ponen en riesgo la integridad de quienes la rodean.

Su posición de madre, oscila: parece querer cuidarla y enseñarle “el buen camino”, pero no puede sino maltratarla, echarla, denigrarla -Demanda enloquecedora-. De su hija solo puede referir aquello en lo que falla. No hay nada rescatable en ella, ningún brillo fálico del cual amarrarse.

Estas situaciones, llevan a la joven a efectuarse cortes en los brazos y piernas, a añorar con frecuencia a su padre (quien falleció años atrás, cuando aún era una niña) y a continuar yendo y viniendo, oscilación constante que dice algo acerca de su dificultad de poder desengancharse del circuito infernal de la demanda materna.

Jacques-Alain Miller señala, en su lectura del Seminario 5 “Las formaciones del inconsciente”, que la sorpresa de éste gira en torno a la existencia de una paradoja referida al estatuto del Otro, el cual, más allá de constituirse como sede de la palabra, como tesoro de los significantes, se encuentra como el sujeto, implicado en la dialéctica del deseo.

Lacan dirá que la demanda, que se articula en la palabra, desvía el campo de las necesidades y de las satisfacciones implicadas en ellas, dejando como residuo, aquello que constituye el deseo humano. Lo que se juega en la demanda “plantea a un Otro como ausente o presente, como dando o no esa presencia” (1), se trata en el fondo, de una demanda de amor.

Ahora bien, ¿Qué sucede cuando por el modo en que se formula la demanda, el deseo del Otro no juega su juego? ¿Qué ocurre en aquellos casos en los que el Otro no está afectado por la castración, no cuenta con el Nombre del Padre como recurso simbólico que permite inscribir una falta en el campo del Otro?

Lacan nos orienta: “Si el sujeto no está dividido, es un loco” (2). Esto tendrá efectos que pueden ser mortificantes tanto para quien padece la locura, como para quien se encuentre bajo sus cuidados.

Allí donde el Nombre del Padre falta, el efecto metafórico, que daría como resultado la división subjetiva, no se origina. Como consecuencia, al no haber simbolización del deseo –especialmente el de la madre - la demanda se manifiesta en su literalidad, donde no hay un más allá al cual dirigirse. Si nos remitimos al grafo del deseo propuesto por Lacan, podemos decir que el sujeto queda viviendo en una dimensión trazada en lo imaginario, sin posibilidades de acceder a los recursos simbólicos necesarios. “Cuando de la demanda no ha sido articulada a la dimensión del deseo, el sujeto queda en una posición de sujeción, de objeto de la demanda de la madre, sujeto al capricho de ésta demanda”. (3)

De lo que se desprende, teniendo en cuenta el caso planteado, que si el Otro no está afectado por una falta articulada simbólicamente no dispone de posibilidades de alojar en ese hueco, al sujeto, quedando éste desorientado en relación a su deseo.

Sabemos, gracias al psicoanálisis, la importancia que tiene para un sujeto la manera en que fue deseado. Las marcas y las “consecuencias en cascadas” (4) que pueden durar toda la vida, por el hecho de no haber sido niños deseados, incluso si han sido acogidos más tarde. Es un dato clínico, se constata que es el valor mismo de la vida lo que lo que se ve afectado. Si como analistas estamos advertidos de esto, tal vez podamos, mediante la instauración de la transferencia en el dispositivo analítico, abrir paso a una articulación diferente de la que encierra al sujeto en la demanda y así, al devenir de una posición más afortunada, que tenga consecuencias en sus vidas.

  1. Lacan, J. Seminario “Las Formaciones del Inconsciente”.

  2. Ídem.

  3. Guimarães, L. “Goces de la mujer”.

  4. Lacan, J. Seminario “Las Formaciones del Inconsciente".

- Lacan, J. Seminario 5 “Las formaciones del Inconsciente”

- Miller, J-A. “Lectura del Seminario 5 de Jacques Lacan”.

- Guimarães, Leda. “Goces de la mujer”.

FERNANDO ZURANO

"Tener, como partener de la soledad".

Natalia de 56 años, es la mayor de tres hermanos. Empresaria, comerciante, divorciada del padre de sus dos hijos desde hace 10 años. A partir de su separación comienza una incesante búsqueda de todo tipo de hombres.

Dice: “En todas las épocas de mi vida, estoy con un novio” “siempre tengo un plan B” “siempre necesito tener alguien a mi lado” “hago con los hombres lo que quiero” “es un desafío, un placer, que el otro haga lo que yo quiero”

Si no se hubiera mencionado el nombre de la protagonista podría pensarse que quien habla es un varón.

En otro tiempo, y por otro lado, dice: “necesito parar, parar toda esta locura que estoy andando” “nadie me saca la sensación de soledad que yo tengo” “No sé cómo hacerme cargo del amor del otro, de lo malo del otro”

Una mezcla de poderío y necesidad de protección, intelectualidad, coquetería, superficialidad en las relaciones con los demás, pero lo más importante y a lo que siempre se confronta cuando un hombre le propone una relación seria y estable, es a una profunda incapacidad de amar. Es decir, cuando Él le brinda algo del orden del amor.

¿Por qué le es imposible sostener el amor y el compromiso con un hombre?

Freud, en su desarrollo del Complejo de Castración, distingue en los sexos, al que tiene y al que no. Luego, en "Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias anatómicas entre los sexos" señala las consecuencias subjetivas; para el que tiene: el temor de perderlo; para el que no: el anhelo de poseerlo. (Angustia de castración y envidia del pene dirá más adelante).

En “la Femeneidad” un texto de 1931, hablará de tres caminos o respuestas posibles de la mujer al complejo de castración: Inhibición de la sexualidad, Complejo de masculinidad y Feminidad.

¿Qué quiere la mujer? La primera respuesta freudiana es que quiere el falo.

El falocentrismo implica precisamente eso, se trata de "tenerlo" tanto para el hombre como para la mujer.

El hombre se presenta teniéndolo, la mujer queriéndolo tener.

Ahora bien, para Lacan no basta el deseo del falo para rendir cuentas de lo que es, y de lo que quiere un hombre y una mujer.

Lacan organizó esa diferencia entre los hombres y las mujeres de otra manera. Entonces, de lo que se trata con Natalia, la paciente, es de ubicar el deseo en una mujer histérica.

Como ella no lo tiene, puede jugar a parecer que lo tiene. Es lo que en el Seminario V Jacques Lacan denomina “mascarada femenina”. Un intento, vía el “parecer ser” de reemplazar la insuficiente solución por el tener.

Desplazamientos que reactualizan los interrogantes por el deseo de la mujer.

Transformar ese no tener en un bien que los hombres quieren poseer, es la función de la mascarada ya que le permite ser tenida por el otro, ser objeto del otro.

Lacan en el capítulo “El significante, la barra y el falo” página 359 del seminario V, escribe: “El problema del amor es la profunda división que introduce en la actividades del sujeto. De lo que se trata para el hombre, de acuerdo con la propia definición del amor, dar lo que no se tiene, es dar lo que no tiene, el falo, a un ser que no lo es.”

“Para la mujer, el pene simbólico está en el interior, por decirlo así, del campo de su deseo, mientras que para el hombre está en el exterior. Esto explica por qué los hombres siempre tienen tendencias centrífugas en la relación monogámica.

La mascarada no le es funcional en la medida que el deseo, que por definición es insatisfecho, en la histeria, es un deseo orientado por el deseo del Otro. La histérica va a buscar su deseo en el deseo del Otro. Sostener el deseo del Otro con la condición de no ser ella el objeto de ese deseo. Reconoce el deseo del Otro, lo adopta como propio, pero no deja de ser ajeno y como tal enigmático.

Esta paciente queda atrapada, enredada en el momento en que un hombre la toma por algo más que ella desconoce. Y no tiene medios para dar cuenta de otra cosa. Un rechazo a ser amada, cuando la demanda es demanda de amor. No soporta ser tomada como objeto del deseo porque implica revivir la herida de la falta, la privación. Y aquí también nos encontramos con el dilema de ser o tener el falo como un misterio de la feminidad.

Se trata de histerizar el discurso se dirá más adelante. La posibilidad de introducir algo del orden del deseo, como propio. Algo del saber que venga a ocupar el lugar de la verdad.

VERÓNICA FERNÁNDEZ

“A ella no le da ni frío ni calor”

Llamamos madre a quien primero hemos demandado y de quien hemos aprendido la lengua y forma en que teníamos que hacerlo; no a quien ha parido un hijo, sino a un ser voraz, capaz de hacer de un niño por la vía de sustituciones, el objeto de su deseo. Por eso ella es el origen del falo. En el transcurso de su devenir, esa apetencia con suerte se limitará y será impedido que se satisfaga totalmente con ese objeto niño.

Padre es uno de los medios de humanización de un ser. Esencialmente la posibilidad de no quedar encarcelados como objetos inertes de un deseo materno. También es el medio de acceso al camino de la metáfora, las sustituciones, la poesía; una de las formas más hermosas que tenemos de cobijar nuestro ser, una de las experiencias más grandes de libertad: la posibilidad de querer decir algo y que quiera decir otra cosa.

No es eso lo que se nos pide como condición para ser analizantes?, aparte de muchas otras cosas, “un esfuerzo de poesía”?

Llamamos niño a un pequeño ser en formación, que expuesto al encuentro con una madre se complace en ser eso que a ella le falta y desea; le complace satisfacerla. Ella también lo compensa y no sólo en el sentido de lo que él necesita para subsistir; en el mejor de los casos él descubre que los objetos de la necesidad que ella le entrega van acompañados de un plus que él también esperará cuando pida. Ese plus es la mirada mientras él toma agua, la caricia que acompaña al alimento, la emoción y el canto que asiste al baño; todo ello sobre un fondo de ausencia posible que transforma lo que se da en un don.

La madre de un homosexual: En este Seminario Lacan despliega la tesis de que si la madre ocupa un lugar determinante se debe a que ella le dicta la ley al padre; la consecuencia para el niño es la siguiente: “la salida del Edipo no es posible porque está bloqueada por ese exceso de presencia de la madre. De ello resulta una multiplicación de los efectos imaginarios de identificación con el falo, con la madre misma”.1

La madre de la que les quiero contar hoy, es la de una película del director Xavier Dolan: “Apenas el fin del mundo”. Este film que permite captar a una madre intensa e irritante. Luis es un hombre que regresa a la casa familiar luego de 12 años de ausencia. Enfermo y con los días contados se presenta ante su madre y hermanos para reencontrarse y anunciarles a ellos esta noticia. Él constituye todo lo exitoso que ella esperaba de un hijo. Los primeros planos, las miradas, el palabrerío de la madre son soporte principal de lo que allí se articula. Todo se reduce a lo que definitivamente Lui no podrá expresar: que está enfermo, que morirá. Oculto bajo la charlatanería de los demás, cuando era el único que tenía algo que decir. Como dice Lacan en la pág 214 del Seminario V - “el aguanta perfectamente porque sabe que la madre es la clave de la situación y no se deja ni privar ni desposeer”-Su respuesta es la sonrisa y el silencio- Enunciar que está enfermo sería atentar contra el falo materno; entonces, esconder antes que decir, mejor irse.

Escena final: suena el reloj con cucú, esta vez sale el pájaro en vuelo patético y muere. Imagen que anuncia el carácter de muerto que siempre tiene el falo para el homosexual masculino. Estar identificado con él conduce a una escisión de la vida.

“Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo” Alejandra Pizarnik

1-Hervé Castanet. “Homoanalizantes”.Grama.


 
 
 

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